Ha quedado todo atrás: las fiestas, el pan de jamón, los estrenos y el niño Jesús, la borrachera con los amigos y toda aquella parafernalia sobre cómo recibir el año nuevo. Ya estamos en el 2023 y, como se sabe que el escritor debe ser testigo insobornable de su tiempo, sin miedo a decir la verdad, cada vez que hablo de Venezuela no puedo ser indiferente con las cosas que están a simple vista, que cualquier lerdo puede ver sin necesidad de mucho detenimiento.
Observo las noticias de los dos únicos canales de televisión que siguen al aire en Venezuela, manejados bajo amenazas y extorsión. Explican que el Gobierno Nacional superará la crisis economía en el año 2023, cosa que lleva escuchando el venezolano desde hace mucho tiempo. Indudablemente estamos frente a unos incapaces, herederos de una revolución corrupta, mezclada con el narcotráfico y enloquecida por el poder y la demagogia.
Hemos vistos envejecer y engordar, casi hasta reventar, a dichos dirigentes de la revolución narco-corrupta. Pero también hemos visto a millones de venezolanos caminar decenas de kilómetros escapando del hambre y la miseria; hemos visto cómo han encarcelado hasta a sus propios héroes de la revolución, llevándolos a la muerte. Hemos visto tantas cosas atroces y absurdas, que pareciera que estamos viviendo en la realidad mágica de García Márquez.
Se nos viene un 2023 lleno de retos, pero para lograr el cambio que todos queremos en Venezuela, los diálogos, mesas de negociaciones con representantes que nadie eligió, no son el camino. Gandhi advirtió que es una mentira pretender ser no violento y permanecer pasivo ante la injustica.
Al seguir el camino que hemos transitado, durante todo el tiempo de la famosa “Revolución Bolivariana”, estoy seguro de que las siguientes generaciones serán herederos de un abismo. Con un modelo de dictadura a la manera de la pequeña isla de Cuba, donde gracias a los teléfonos de siglo XXI se ven niños de nueve años descuartizando a gatos en plena de luz del día.
Tal vez me digan que estoy escribiendo estas líneas desempeñando el papel del pesimista, pero como lo he escrito antes: tengo que ser testigo insobornable de mi tiempo. Y ya con una edad medianamente madura, no quiero aburrirme escribiendo palabras adornadas, para no lucir tan negativo. Yo he tomado partido por decir la verdad cuando hablo de Venezuela.
¿Quién puede hablar de Democracia en el país, cuando hay presos políticos y torturados? Tampoco podemos decir que esta revolución ha triunfado o ha ganado todavía, porque son tan incapaces de gozar ninguna victoria como de alcanzarla.
Sitiado por estas palabras, que querían salir de mi cabeza y colocarlas en blanco y negro, me pregunto: ¿qué esperar del 2023 y los cambios que todos deseamos en Venezuela?
Realmente no lo sé, pero de lo que si estoy seguro es que si seguimos con este narco-gobierno, cuando se aburran del poder (si es que se aburren) y no tengan más remedio que salir por la puerta de atrás de la historia, como tiene que ser, seguro dejarán disuelta la nación y la nueva generación tendrá que reconstruir el país, tendrá que construir un país mediocre y lóbrego donde ya no quedara nada que hacer.