William Wordsworth
De la imaginacion
Controlar el suelo, la roca, la planta, el árbol o una torre.
Por fin, un agradable fulgor instantáneo sobresalta al pensativo viajero
mientras recorre su solitario sendero,
con la mirada inadvertida inclinada hacia la tierra;
mira hacia arriba, las nubes se parten en pedazos,
y sobre su cabeza ve la luna clara y la gloria de los cielos.
Allí, en una bóveda de color negro azulado,
navega, seguida por multitud de estrellas,
que, pequeñas, nítidas y brillantes,
a lo largo del oscuro abismo conducen mientras conduce.
¡Cuán rápido se alejan, pero no se desvanecen!
El viento está en el árbol, pero callan;
todavía ruedan inconmensurablemente distantes;
y la bóveda, construida alrededor de esas nubes blancas,
nubes enormes, aún profundiza su insondable profundidad.
Al fin, la visión se cierra;
y la mente, que no deja de ser perturbada por el deleite que siente,
que lentamente se instala en una calma pacífica,
se deja reflexionar sobre la solemne escena.